El auge que está experimentado el arrendamiento de vivienda no es una tendencia circunstancial o pasajera, ha venido para quedarse y es fruto de una apuesta firme y decidida por parte de la mayoría de los nuevos hogares españoles, que en los últimos años se han decantado por el alquiler en detrimento de la compra. Se trata de un cambio de mentalidad en la sociedad, que ha estado siempre muy ligada a la cultura de la propiedad.
La entrada de los jóvenes en el sector inmobiliario ha sido uno de los principales motivos de esta transformación. Entre los factores, que nos podemos encontrar son:
- No se convertirnos en propietario debido a su firme voluntad de No contraer deudas económicas, una consecuencia de las escenas vividas en lo más duro de la crisis.
- Movilidad laboral, pues en los tiempos en los que estamos está al orden del día la movilidad geográfica en los puestos de trabajo, por el cambio de ciudad por cuestión de empleo.
- La No inversión en remodelaciones, puesto que, corre al cargo del propietario. Si eres propietario, cada 10 años, debes de acometer reformas para el mantenimiento de la vivienda.
- Costes ocultos de vivir en una gran ciudad, por ejemplo, Madrid. Impuesto de bienes inmuebles y tasa de recogida de basuras, que son bastante elevados
PROFESIONALIZAR Y ESTABILIZAR
Estamos pues ante un mercado liderado por los particulares en el que resulta cada vez más necesaria la profesionalización que aportan los grandes operadores de mercado. En España, compañías con grandes carteras de inmuebles ya están aplicando esta fórmula que permite además mejorar la comunicación entre arrendador y arrendatario, especialmente con la entrada en juego de la digitalización.
Los arrendamientos de viviendas están llamados a crecer a costa de las adquisiciones. Por un lado, debido a que hay una tendencia clara en las políticas de vivienda de los países occidentales para promover el alquiler frente a la compra. Y, por otro, por el hecho de que los inversores empiezan a apreciar la rentabilidad de las cesiones. Y en esto tiene mucho que ver la utilización de las TIC.
Muy pronto, los servicios de alquiler se podrán digitalizar por completo. Además, los procesos se simplificarán y se agilizarán; lo que, sin duda, tendrá una repercusión más que positiva en la rentabilidad. Aparte, se podrá personalizar la oferta en función de las necesidades de cada inquilino; y, aun así, este obtendrá un precio más económico que en la actualidad. Dicho de otro modo, el arrendamiento será más atractivo tanto para los clientes como para los proveedores.
Y también para los inversores, que podrán acceder a nuevos modelos de financiación hasta ahora impensables. Las plataformas de crowdfunding, por ejemplo, ya están cambiando el concepto de copropiedad y facilitando la obtención de créditos.