“Yo no me niego a pagar, pero ahora me es imposible hacerlo. En cuanto pueda les pago, confíen en mí; más adelante les pagaré todo lo que les debo”. Esta es la respuesta más habitual de los morosos profesionales, que se aprovechan de la esperanza del propietario para solicitarle paciencia y, sobre todo, fe en que cobrarán algún día. Jugar con la indeterminación es fundamental.
El moroso profesional, es aquel que vive de casa en casa de alquiler sin abonar nunca nada a la espera de ser desalojado, sigue además al alza. Una figura que, pese a haber existido siempre, no era tan común hace años, cuando la situación económica de nuestro país era diferente. Sin embargo, desde hace unos años, una de las consultas recurrentes versa sobre cómo puede resolverse el reclamo de deudas pendientes de cobro, ya sea por facturas no abonadas, contratos incumplidos, alquiler, etc…
En el 62% de los retrasos en los pagos en España, el motivo es deliberado, es decir, el moroso estaba aprovechando la situación para enriquecerse. El número de morosos a la hora de alquilar un inmueble o abonar las cuotas de la comunidad de vecinos volvió a dispararse el año pasado. La crisis económica es uno de los principales motivos, aunque también proliferan las personas que no pagan porque no quieren, aprovechándose de la gran tardanza de los juzgados a la hora de ordenar desahucios.
Para evitar este problema vamos a empezar con aplicar medidas preventivas; es decir, informarse bien sobre la persona que nos va a alquilar la vivienda y redactar un contratoen el que se especifiquen estos casos.
En segundo lugar hay que saber muy bien y conocer las excusas del moroso y cómo enfrentarse a ellas: Por ejemplo, el moroso puede alegar desconocimiento de que exista la deuda, falta de la factura, incidencias en la calidad de la propiedad… Así, lo importante es no caer en su juego y contraatacar con documentos, por ejemplo, reenviando con rapidez la factura o solicitando una prueba documental de la reclamación. No interesa entrar en discusiones directas para evitar romper el diálogo.
Ante las promesas de pago ambiguas, lo mejor es adoptar una posición de firmeza, haciendo concretar dónde, cuándo y cómo va a pagar la deuda. Por otro lado, es necesario no implicarse emocionalmente y proporcionar una forma de pago justa y con acuerdo equitativo. Pero siempre con firmeza.