En España, la media para adquirir una vivienda oscila entre los 35 y 45 años. Se estima que a esa edad, la situación laboral suele ser más estable. La población por debajo de los 35 suele adquirir viviendas de segunda mano o de espacios reducidos que suelen ser más económicas y más accesibles para gente con precariedad laboral y económica.
Las estadísticas nos muestran que, a los 10 años de adquirir una vivienda, el propietario la venderá para conseguir otra, llevado por el cambio en su estatus laboral y familiar. Hay una serie de ventajas en la venta de una vivienda habitual, como la exención de impuestos patrimoniales.
Dicha exención se aplica siempre que se invierta el importe de dicha venta en el plazo de dos años en adquirir una nueva vivienda.
Los mayores de 65 años serán beneficiarios siempre y cuando sea vivienda habitual. Si no fuera vivienda habitual y fuera una segunda propiedad, por ejemplo una casa en la playa, también estarías exento si se destinan los beneficios a construir una renta vitalicia en el plazo de seis meses y con un valor máximo de 240.000 euros.
Las personas en situación de dependencia severa o de gran dependencia (conforme a la Ley de promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependencia) también están dentro de la exención del impuesto patrimonial.
También son beneficiaras aquellas personas que han obtenido ganancia patrimonial con la dación en pago para la cancelación de la hipoteca de la propiedad o con motivo de una ejecución hipotecaria.
Otra opción es la donación de la propiedad por parte de la persona mayor de 65 años, a favor de hijos o nietos. En este caso no se liquida via IRPF, sino a través del impuesto de sucesiones y donaciones de cada comunidad autónoma.
Por último, siempre existe la posibilidad de no vender tu propiedad, sino optar por el alquiler y conseguir beneficios. Las ventas han disminuido considerablemente en los últimos tiempos y puede ser complicado vender nuestro patrimonio.
Ahora, con el nuevo seguro de impago de alquiler las ventajas en el alquiler están aseguradas, dando máxima tranquilidad al propietario frente a la rentabilidad de su vivienda.
Que la vivienda esté vacía sale caro, y más si la propiedad cuenta con préstamo hipotecario por no estar totalmente pagada. Gastos mínimos de luz, agua, y servicios asociados suponen en muchos casos un desembolso costoso y dificil de afrontar.
El miedo al impago, a los actos vandálicos o al descuido por parte del inquilino frenan al propietario a alquilar y no rentabilizar su vivienda. Ahora, el seguro de impago de alquiler garantiza un alquiler sin sorpresas, aportando tranquilidad y seguridad. Incluye asesoramiento legal y cobertura jurídica, reclamación por daños materiales y desperfectos por parte del inquilino, así como el impago de mensualidades.
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