A la hora de alquilar una vivienda, es habitual que el propietario busque la manera de tener las máximas garantías para cobrar la renta todos los meses. Ningún arrendador quiere tener problemas de impagos, así que buscará el modo de tener una protección de su alquiler.
Si comparamos el aval bancario con el seguro de alquiler, parece que la garantía que ofrece este último es mejor opción para el propietario, ya que además de cubrir el pago de la renta, suele incorporar más servicios que le pueden ayudar en caso de que surjan problemas con el alquiler (suponiendo que no haya períodos de carencia).
En cuanto a la persona que quiere alquilar, a priori, parece más beneficiosa la opción del aval, dado que supone un menor gasto anual, tanto el primer año, como los siguientes. Sin embargo, puede que al inquilino en potencia le interese optar por el seguro, si no consigue que ninguna entidad le conceda el aval sin pignorar, para evitar así tener inmovilizados los 6.000 euros que supone el coste de la garantía por el período que dure el alquiler.
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