En el mercado inmobiliario, uno de los valores más apreciados es la estabilidad. La mayor parte de los inquilinos y de los propietarios desean una relación a largo plazo, con condiciones previsibles y sin demasiadas sorpresas ni contratiempos.
Lo normal, en el caso de arrendar una vivienda a desconocidos, es que se realice un contrato por un año. En todo caso, la Ley 29/1994 de Arrendamientos Urbanos establece que, de no mediar notificación expresa por algunas de las partes antes de quince días de la extinción, se dará por prorrogado por un año más, y así sucesivamente.